Acerca de este juego

En Hotel 188, no hay monstruos persiguiéndote ni jumpscares baratos. El miedo viene de otro lado: de la atmósfera, del silencio, del sonido de tus propios pasos… y de esa sensación constante de que algo no encaja.

Te despiertas en un lugar que no reconoces. El tiempo no avanza, las habitaciones se sienten iguales pero distintas cada vez que vuelves a ellas, y el único camino es hacia adelante... aunque no tengas idea de dónde es “adelante”. Muy pronto, la desorientación se vuelve parte del viaje. Empiezas a perderte, a dudar de ti mismo, a preguntarte si deberías seguir jugando o cerrar el juego por un rato. Esa es la experiencia real de los Backrooms. No es solo mirar, es sentirlo en la piel.

Hotel 188 no se trata solo de caminar sin rumbo. A lo largo del recorrido encontrarás pequeños puzzles que no están ahí solo por estar. Son parte del mundo, están integrados con el entorno y te obligan a pensar, a volver atrás, a observar más de lo que creías necesario. No son imposibles, pero sí están diseñados para meterse bajo tu piel, justo cuando pensabas que ya entendías lo que estaba pasando.

Cada sonido, cada luz parpadeante, cada habitación que parece igual pero ya no lo es... todo está hecho para que sientas que este “hotel” tiene vida propia. Y lo peor es que no sabes si quiere que salgas… o que te quedes.

Hotel 188 es para quienes buscan más que un simple juego de terror. Es para los que quieren experimentar la angustia real de los Backrooms, perderse en ellos, frustrarse, y aún así seguir explorando. Porque sabes que en algún rincón de este laberinto, está la salida... ¿o no?