Mejora al original con facilidad, gracias sobre todo a un mapa que, ahora sí, se siente más amigo que enemigo.

Tiene dificultades muy claras en el diseño de juego, pero su idea prevalece lo suficiente como para compensar tanta imprecisión.

Uno de esos sueños que recuerdas justo cuando acabas de despertar, del que a la media hora ya has olvidado todos los detalles pero del que mantienes sus sensaciones para el resto del día.

Golden Idol wholesome, que sustituye muertes por problemas costumbristas. Por fortuna, no confunde lo wholesome con lo facilón y es lo suficientemente interesante para ser una aceptable alternativa.

Perfecto para iniciarse en las visual novels, ya que coquetea con todos los nichos para ofrecer algo dinámico y atractivo a lo que, por desgracia, le sobra como diez horas de juego.

Un juego que te pide demasiado y que te da poco, pero con todo y con eso, una experiencia inolvidable.

Mientras veía como una prostituta se transformaba en un cefalófago después de haber dado un orgasmo a un cliente para poder succionarle su cerebro, sentía que Slitterhead era tan cutre como especial.

Mejor juego de plataformas que de acción. Una experiencia más contenida, más centrada en la historia y más preocupada por la fluidez, pero sigue quedando por debajo de sus principales influencias.

Aprovechando que Doom: The Dark Ages ha dado un paso al lado, Metal Eden se ha convertido en mi principal candidato a shooter del año.

Ninguno de los sistemas del juego funciona, pero el combate básico es lo suficientemente aceptable como para darle la etiqueta de placer culpable.